Ningún rey gobierna para siempre. Y Internet Explorer no iba a ser la excepción. El mítico navegador web, usado por más del 90% de los s a finales de los años 90, y al que solo Google Chrome fue capaz de plantar cara. Este navegador no supo adaptarse a tiempo a los cambios que pedía Internet y que necesitaban los s, llegando siempre tarde y mal. Y, finalmente, eso obligó a Microsoft a hacer borrón y cuenta nueva, lanzando su nuevo navegador, Edge, y decidiendo que era hora de que Internet Explorer pasara a mejor vida.
La última versión de Internet Explorer, IE11, se lanzó en 2013, hace ya 10 años. Desde entonces, Microsoft se dio cuenta de que no había nada que hacer con el navegador, y que si quería volver a entrar en el mercado de los navegadores web era necesario empezar de cero. Fue entonces cuando, con la llegada de Windows 8, lanzó su nuevo navegador, Edge, con su motor propietario que no tardó en fracasar. Y poco después, finalmente, llegó el actual Edge Chromium, que adoptaba el motor de su rival y, finalmente, ha conseguido volver a colocarse en segunda posición como navegador web más usado.
Edge Chromium introdujo un nuevo término conocido como Modo Internet Explorer. Este modo lo que permite es poder entrar a cualquier servicio o web, desde Edge, como si fuera Internet Explorer. Se carga el motor del clásico navegador web de fondo, el servidor piensa que somos IE, y la compatibilidad es la misma (o casi) que la del navegador original.
Este modo está presente en las ediciones empresariales de Windows, así como en las de soporte extendido. Pero no va a durar para siempre. Aunque el soporte se podría alargar, según el mercado, en un principio la compañía tiene pensado ir despidiendo a este modo en 2029. Aún queda tiempo para que las empresas actualices sus infraestructuras y den el salto a los nuevos estándares. Pero, como es habitual, seguro que no llegan a tiempo.